martes, 14 de febrero de 2012

Cap 4. A propósito del amor: reflexiones de un San Valentín del siglo XXI



¿Qué significa estar enamorado en los tiempos en los que el amor ha dejado de ser un sentimiento para convertirse en algo que me hace cool? Ahora, amor significa “alguien con quien pasar el tiempo y tener sexo”. A eso nos ha llevado la liberación sexual y la industrialización de los hobbies como la música: la exaltación de la superficialidad y el rechazo a lo complejo.

¿Cuál es el órgano sexual más importante? ¿El pene? ¿La vagina? El cerebro. Eso es lo que establece el límite entre los humanos y los animales: los machos fornican a las hembras y eyaculan luego de haber sido sensitivamente estimulados lo suficiente. Lo humanos, por su parte, tenemos las particularidades que nos brinda el cerebro: los hombres se tiran a las mujeres, a veces las mujeres se tiran a los hombres, y en ambos casos la estimulación no es suficiente para decir que uno ha tenido un súper polvo: hace falta la imaginación (el cerebro en acción).

Sin embargo, esto no parece que las nuevas generaciones (incluso a la que yo pertenezco, pues tengo 21 años) comprendan. Vivir aquí y ahora, carpe diem, es la máxima que ha originado la pérdida de profundidad en las relaciones humanas. Es que lo complejo, dicen ellos, es aburrido, es de viejos. Yo me preocuparía más por llegar a viejo y no haber disfrutado de mi cuerpo y mi mente lo suficiente.

Lo que puedo decir, para cerrar este breve post, es que la juventud es un momento de nuestras vidas en que no nos importa nada; es como una segunda adolescencia. Los jóvenes de ayer y hoy, y los de mañana, no quieren asumir que ellos también serán viejos en algún momento. Esa lección la aprendí de muy pequeño cuando falleció una abuela; me di cuenta que, en algún día, yo crecería, llegaría a ser viejito y también moriría.



S.B.

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