sábado, 4 de febrero de 2012

Cap 0. Normas para un país en vías de desarrollo


Cuando los esclavos negros empezaron a utilizar los intestinos, las mollejas y el corazón de la vaca para crear nuevos potajes que con el tiempo se convirtieron en emblema de nuestra gastronomía, nació una tradición que se ha impreso indeleblemente en el quehacer del peruano. La lógica del todo-se-usa ha regido las vidas de los millones de habitantes que han poblado por varios siglos (incluso antes de la independencia) estas tierras.

Un pueblo en constante crisis tiene una sola regla: el ahorro. Sin embargo, ¿qué pasa cuando la ominosa cadena de la crisis económica se rompe y los humillados levantamos cerviz (o la billetera) hacia el supuesto progreso pero sin valores morales o principios razonables? Pues que esto se desfigura en un Perú vicioso, superficial y finito. Un país cuya máxima es comprar y en donde pensar está pasado de moda, o que luchar es sinónimo de terrorismo, no demora mucho ser arrastrado hacia la dictadura.

Este blog nace con la intención de analizar y, por qué no, criticar esa nueva realidad que se nos plantea y nos está empezando a arrollar desde todos los flancos: jóvenes que creen que Abimael Guzmán fue un cantante o que su esposa Elena Iparraguirre fue una congresista o adultos que no respetan la ley porque les da flojera son el síntoma de un país ya no vive, sobrevive.

Todos los martes, jueves y sábado, un nuevo post cuestionará, en fin, qué significa ser peruano.

S.B.

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