martes, 20 de marzo de 2012

Cap 8. A la mierda, me voy a buscar las esferas del dragón



¿Puede alguien confiar en una nueva pareja luego de que las dos últimos te pusieron descaradamente los cuernos? Es una pregunta difícil de responder. Sin embargo, aunque no tengo la respuesta, estoy seguro que algún día la tendré porque eso es lo que me pasó: el muchacho quien pensé sería la última persona en serme infiel lo hizo.

Yo empecé este blog para hablar sobre el quehacer del limeño, de las trampas que hace, de lo que hace para sortear el irregular camino de sus vidas sin respetar la ley. Solo ahí me di cuenta que yo había sido víctima de esa viveza criolla: me habían sacaron la vuelta.

La pareja es como la ley: se tiene que respetar. Pero algunas personas, por más que tengan cara de inocentes, no saben qué es el compromiso, el respeto, el amor. Por más que todas las noches me acostaba sin él, siempre me decía “él está pensando en mí”. Esa sólida confianza se resquebrajó como un insignificante jarrón que cae al suelo en el momento en que me confesó su error.

Aunque lo evité, lloré. He evitado verme con mis amigos ya amigas. Un homosexual sufrido es mucho cliché para mi gusto. Pero eso no quiere decir que al acostarme no me diga, muy bajito, casi como un susurro, “ya no tengo a nadie a quién decirle Buenas Noches”. A la mierda, me voy a buscar las esferas del dragón.


S.B.

martes, 13 de marzo de 2012

Cap 7. La revocatoria y la cultura del plástico: usar y botar



Muchos creen que los hechos día a día no afectan los otros aspectos de nuestra vida con los que aparentemente no tienen comunicación, sino que se circunscriben al pequeño ámbito en el que sucedieron. Sólo soy desordenado en mi cuarto; sólo estafo a la autoridad; sólo robo al rico. Falso. Todo lo que nos pasa nos modifica.

Así pues, creo que el plástico fue la más grande revolución neuronal que tuvo la humanidad durante el siglo XX. Se cambió del patrón de ahorro (recipientes de vidrio, madera, porcelana, que duran y requieren cuidado) al patrón del gasto, del consumo (el plástico en sus cientos de formas). El plástico es como el mercado laboral: si se rompe/daña/destruye, no importa: hay otros que lo pueden remplazar y a bajo costo.

Ahora, las cosas ya no se cuidan. Son efímeras. Es la ley del plástico: usar y botar.

Y eso se ha extendido casi como una plaga neurológica en todos los usuarios de plástico. La pregunta más frecuente es ¿cuánto me va a durar? Ya no se valoran los celulares, los televisores, las computadoras, las relaciones, los amigos,  las alcaldesas. Como se puede cambiar, entonces no me preocupo. Qué más da. Voto por quién sea y luego no me hago responsable.

Esa forma de pensar le está pasando la factura a la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien ha visto caer su aprobación a menos de 20%. No se dio cuenta que su grupo electoral, los jóvenes, son “plastiquistas”. Estos “plastiquistas” ahora han decidido que la alcaldesa ya no les sirve y, bajo este patrón, las cosas que ya no sirven tienen un destino: el tacho de la basura.


S.B.